Sí, qué bueno que el Presidente Felipe Calderón, continúe enviando ayuda a los haitianos; sí, es grandioso que ahora sea el líder de América Latina que todos quieren ver: exhortando a la misma ONU y a otros países que colaboren más con los hermanos en desgracia. Sí, es excelente que su esposa, como Presidenta del DIF Nacional, haga acto de presencia recolectando víveres en la Cruz Roja y lleve palabras de aliento y ánimo. Todo va muy bien, pero que no se meta en ese tema tan escabroso y de doble filo como es el dinero de los contribuyentes.
El Presidente, Felipe Calderón, envió un apoyo económico de 8 millones de dólares para Haití. No sabemos hasta qué punto se pueda comprender esta acción, por muy noble que sea. Siempre hay un hilo muy delicado cuando se trata de aportar dinero, sobre todo en la situación que vivimos todos los mexicanos. ¿Habrá pensado el Presidente Felipe Calderón cuando hizo esa aportación en los estados de Chiapas, Oaxaca, Puebla, por mencionar a las entidades más pobres del país? ¿Sabe el Presidente todo lo que se puede hacer con todo ese dinero? ¿Sabe cuántos niños podrían alimentarse al menos dignamente en la sierra tarahumara? Podríamos hacer mil preguntas, pero de nada sirve, pues no hay respuestas válidas.
Haití es un pueblo que antes del terremoto se moría de hambre, de enfermedades, de violencia social, de desnutrición. Sin embargo, hay lugares donde la circunstancia puede cambiar. En ese tenor, el Gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, también ha mandado ayuda…los comentarios sobran. Los dos no son ni candil de la calle, mucho menos de sus casas.
Nueva dirección
Hace 14 años
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