Muchos padres y madres se preguntan cada día si les alcanzará para comprar los alimentos de sus hijos, para pagar la renta de sus viviendas o el vencimiento de sus créditos hipotecarios, ya para no hablar del gas, la luz, la gasolina.
El problema de la sociedad mexicana no es saber el porcentaje del producto interno bruto, su drama es mucho más inmediato; es saber si podrán hacer frente a sus necesidades fundamentales para sobrevivir. Muchos jóvenes se preguntan cómo conseguirán para los camiones o los libros, si podrán continuar con sus estudios, si encontrarán un trabajo digno o, por el contrario, incrementarán el volumen ya enorme de desempleados, y qué decir de los problemas que enfrentan los campesinos y los pescadores, ellos ni siquiera logran cubrir las necesidades mínimas con las ganancias del esfuerzo que hacen, como al inicio del siglo pasado, de sol a sol. Los obreros, los maestros, los profesionistas independientes, los empleados, de casi la extinta clase media, ven cómo poco a poco y de forma continua se desploma su poder adquisitivo y desaparecen las expectativas de progreso, y además de un extremo de las adversidades, todos sin distingo sufren, de forma directa, el flagelo de la delincuencia y el crimen organizado.
¿Y dónde está el gobierno? Todos nos preguntamos. La crisis económica ha provocado que el crecimiento se encuentre estancado, pero es la ineficacia la que ha propiciado que tengamos el peor de los indicadores macroeconómicos de todos los países de América Latina. El gobierno reacciona con tardanza y con medidas titubeantes e ineficaces, por eso crece la inconformidad con todas sus consecuencias negativas. En el PRI sostenemos que es indispensable impulsar los cambios pertinentes para que la economía crezca a esa tasa adecuada, a efecto de satisfacer las demandas de empleo, de ingreso y bienestar.
Desde ahora le decimos al Presidente de la República, con la consideración de su debida investidura, pero con la firmeza de nuestro compromiso con el pueblo, que apoyaremos todo aquello que beneficie a los mexicanos; pero no permitiremos la creación o el incremento de impuestos lesivos a los que menos tienen y nos opondremos a gravar con IVA los alimentos y las medicinas.
Exhortamos al Ejecutivo a implementar medidas estrictas de austeridad: menos gasto en publicidad y más inversión social; menos derroche en oficinas inútiles y gastos ociosos, y más eficiencia y la eficacia en la prestación de servicios a los ciudadanos; menos salarios y prestaciones a los altos servidores públicos de los tres poderes, y mejores condiciones de trabajo de base.
Hoy el sector educativo enfrenta el desafío de elevar la calidad de la enseñanza, ampliar la cobertura de la educación media y superior e impulsar la superación del magisterio. Los legisladores del PRI refrendamos nuestro compromiso de promover la innovación científica y tecnológica para avanzar en la competitividad.
En cuanto a seguridad pública se han hecho formidables esfuerzos legislativos para dotar al gobierno del instrumental indispensable para perseguir el delito con eficacia, coordinar las fuerzas de seguridad pública y mejorar la procuración e impartición de justicia. Toca al Ejecutivo revisar la estrategia hasta ahora seguida, porque por ninguna parte se observan resultados sustantivos.
El PRI es un partido que lucha para lograr en México una verdadera equidad de género. Ello empieza por lograr que se respeten los derechos jurídicos, civiles, laborales de las mujeres; también en lo específico para tener una vida libre de violencia y políticas que apoyen a las mujeres en vulnerabilidad económica, para prevenir y combatir enfermedades que son propias de nuestro género.
Mexicanas y mexicanos, vivimos un momento histórico de nuestro país. La ciudadanía espera con ansia los resultados del trabajo que a partir de hoy iniciamos. Esperan soluciones reales a problemas reales. En el PRI estamos dispuestos e impuestos a ese deber.
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